ANÉCDOTA PERSONAL
Esta durísima lección que me enseñaron puede servirte mucho si te interesa el tema de la prosperidad y dinero…
Tenía 14 años. Me encontraba bajo el plan de estudio mensual con el guardián de los códigos en chile. Y ya señalé que a esa edad en mi familia se sentia la escasez. Por esta razón con dos amigos de colegio ideamos una forma de ganar dinero. A ellos se les ocurrió una muy buena idea.
Sus padres eran militares. El ejército daba de baja botas militares, en excelente estado. Las podríamos comprar a un valor muy bajo y vender a un buen precio en una tienda de ropa usada. Ellos pusieron el dinero y yo las compré. Las vendimos ganando una suma que nunca había visto antes pasar por mis manos.
Repartimos las utilidades en tres partes y el dinero que me correspondía lo metí en una billetera como valioso tesoro. Nunca había tenido una cantidad de dinero como esa antes.
Aquel fin de semana me tocó reunirme para mi instrucción mensual, arriba en las montañas, con el guardián de los códigos, como cada mes. Al despedirme para regresar a casa, me entregó por escrito un punteo de lo que había enseñado ese fin de semana, jamás lo había hecho antes. Las instrucciones de los códigos nunca se habían puesto por escrito antes. Yo era la primera persona en hacerlo. Me sorprendió muchísimo que me entregara algo por escrito de su puño y letra, era completamente inusual.
No entendía nada y cuando me disponía a salir de su casa me dijo “pásame la billetera que llevas en tu chaqueta“. Sorprendido, se la entregué, sin saber por qué la pedía. La tomó, abrió, sacó los billetes y me dijo: “Estos billetes son muy importantes y valiosos para ti por esa misma razón me los voy a quedar yo. Si no lo hago es probable que las cosas que te enseño nunca sean debidamente valoradas por ti”.
Y se quedó con los billetes devolviéndome la billetera vacía. Él, no tenía NINGUNA necesidad de dinero, en absoluto; a él le sobraba de TODO, se quedó con aquellos billetes que yo nunca había tenido, sin que tuviera ninguna necesidad de ellos. .
Esa fue una de las lecciones más importantes de “Reciprocidad Sagrada” (sexto código de la vida) que haya recibido alguna vez . Fue una lección de UNA SOLA VEZ EN LA VIDA. Nunca más me volvió a ocurrir algo semejante en toda mi vida. Ni con él ni con nadie más. Se grabó en mi alma.
Los apuntes que me entregó, ese fin de semana, aún los conservo en una caja fuerte. Me enseñó que solo valoramos las cosas que cuestan. Es decir, cuando damos algo que valoramos en intercambio por aquello. Si no pagamos por algo, lo desaprovechamos, no lo valoramos, lo despreciamos, aunque sea más valioso que el oro o las piedras preciosas. Así somos los seres humanos.
Y la segunda cosa importante que me enseñó al quedarse con mis billetes, tan preciosos para mi, es que debía aprender a desprenderme de lo que yo considero “valioso” sin regañar porque eso desarrolla la confianza en la ABUNDANCIA INFINITA DEL UNIVERSO (Primer Código de la Vida). Deshacerme para siempre de la idea de “escasez” que envenena la mente de miles de millones en este planeta. Una idea venenosa que les impide alcanzar la abundancia.
Debía pasar por esta prueba si quería llegar a ser un verdadero “Guardián de los Códigos” y jardinero de mi vida. También me enseñó que el dinero es solo SÍMBOLO DE VALOR y nada más. Y que cuando doy de lo que más valoro más recibiré en intercambio, porque va a regresar MULTIPLICADO (como efectivamente me ocurrió muchas veces después).
Él se quedó con mis billetes, para que yo valorara las enseñanzas de los 8 Códigos. Si yo hubiera sido el hijo de un padre rico jamás me habrá pedido mi billetera ni se habría quedado con esos billetes. Lo hizo para que le diera valor a lo que me enseñaba y, además, para evitarme que yo infringiera el sexto código de la vida trayéndome males al recibir sin intercambiar por ello.
Desde ese día, sus enseñanzas se tornaron más valiosas que el oro para mi. Y gracias a ellas, a los 33 años de edad, me había convertido en unas de las personas más opulentas de Santiago la capital de Chile. Gané a esa edad mi primer millón de dólares, no en Estados Unidos, sino en un país no desarrollado, lo cual aumenta el mérito más aún. Esa dolorosa lección que recibí como un niño de pocos recursos económicos, fue la CLAVE para la enorme prosperidad que obtendría más tarde.
Si él no se hubiera quedado con mis billetes ese día no habría tenido la abundancia que disfruté posteriormente. De eso estoy seguro.
Esa gran solvencia económica, que obtendría a temprana edad, me permitió tener una libertad que otros no tenían, y vivir tranquilo el resto de mi vida, viajar por el mundo y conocer personas interesantes. Y desarrollar muchísima sabiduría.
Fue una de las más importantes lecciones de toda mi vida. Una bastante fuerte que aún me enseña cosas hasta el día de hoy. Y de la cual sigo aprendiendo incluso a esta fecha.
Y la quise compartir contigo. Puede servirte MUCHO a ti también.
Sinceramente,
Rod Fuentes
P.S: A los 15 días que ocurrió este evento con mi maestro, una vecina de nuestra casa muy amiga de mi madre, habló con ella porque tenía que viajar urgente a visitar a un hijo al norte de Chile. Aquel necesitaba su ayuda. Y quería que alguien cuidara su casa por 8 días. Era, solamente vigilar cada ciertas horas su casa (solo vivía al frente nuestro y estas vigilancias se podían hacer desde la ventana de mi dormitorio). E ir a dormir a su casa por 10 noches, regar las flores de su jardín y darle comida a su gatito. Necesitaba a alguien de mucha confianza. Tenía muchas cosas bellas y de gran valor en su casa.
Mi madre me ofreció a mi. Lo cual me gustó mucho, pues su casa era muy bella, tranquila, con muchas comodidades. Y, ella tenía la jubilación de su esposo fallecido que era muy alta.
Por hacer esa vigilancia, regar las flores, darle comida a su gatito y dormir en su hermoso y agradable dormitorio -fue maravilloso para mi- me pagó el doble de lo que había ganado en el negocio de la venta de las botas. El dinero que había pedido mi maestro-y que yo creía “perdido“. Se me DEVOLVIÓ EL DOBLE. De una manera sorprendente y completamente inesperada por mi.
Solo entonces pude entender la lección completa del dinero en relación a los 8 códigos de la vida que me había dado mi maestro. Y desde entonces comenzó mi buena fortuna, hasta el día de hoy, con el dinero.